PRÊT-À-PORTRAIT (2)
Renate Schmidgall
(nacida en Heilbronn, en algún momento de un pasado nada remoto )
Desde que nos conocemos, acostumbramos
a sostener prolongados debates sobre alturas y estaturas, pero por mucho que yo
intento seguir sus pasos, ella habita siempre una planta más arriba. Su única
desventaja al ocupar la planta alta es que le llegan desde abajo los humos del
tabaco o el olor del café preparado a deshoras. Compartimos, eso sí, una
vanidad: ser SÓLO-TRADUCTORES (si bien ella misma es, dicho sea, una notabilísima poeta).
Su perfil de Wikipedia es, por su extensión,
inversamente proporcional a sus méritos en el enriquecimiento de la lengua
alemana moderna y en el trasiego de ideas e historias entre Polonia y su país de origen. Dos
breves frases allí nos recuerdan que ha ganado el Premio «Karl Dedecius» (véase:
https://cvc.cervantes.es/trujaman/anteriores/junio_17/06062017.htm)
y el «Johann Henrich Voß» que concede la Academia Alemana de Lengua y
Literatura. Allí puede verse también la lista de autores polacos que ha
traducido: entre ellos, Andrzej Stasiuk, junto a quien se la ve en la foto de
cabecera.
Tus inicios como traductora
Formalmente, mi
primer encargo fue la revisión de un libro para la edición de las obras
completas de Witold Gombrowicz publicadas por Hanser: Pornografía, en
traducción de Walter Tiel. De modo que mi verdadera actividad como traductora se
inicia con Weiser Dawidek (1987), de Paweł Huelle [en español: ¿Quién
es Weiser Dawidek?, Seix Barral 1991], al que leí con entusiasmo y cuya
obra propuse para que se publicara en Alemania. La novela apareció en 1990 en Luchterhand. Huelle fue uno
de los primeros autores en tocar el tema del pasado alemán en su patria polaca,
en su caso concreto la ciudad de Danzig (Gdańsk), un tema tabú en la República
Popular de Polonia. El libro nos cuenta la historia de un joven judío huérfano
en Danzig a finales de los años 50, un joven que parece tener poderes mágicos y
puede seguir el rastro de la huella alemana en Gdańsk. Fue también el primer
libro del joven Paweł Huelle, obtuvo muchos premios y sirvió de base a su fama
(más tarde también a nivel internacional) de escritor adscrito al realismo
mágico.
El mayor desafío
Soy una persona
y una traductora intuitiva, y a menudo –cuando la traducción me funciona desde
esa perspectiva intuitiva— no tengo demasiado claro lo difícil que es traer
determinados textos a un alemán adecuado. Un desafío enorme fue, con toda
seguridad, la novela Bombel, de Mirosław Nahacz: el monólogo de un
borracho en una parada de autobús en la pampa polaca, publicada en 2008 por Weissbooks.
Lo difícil fue sobre todo traducir un lenguaje coloquial lleno de préstamos
tomados al slang, una mezcla de tonos que se sitúa a veces entre lo
vulgar y lo entrañable, algo que no existe en el alemán literario. En esto me
ayudó el hecho de haber crecido en el entorno del dialecto de la Franconia
suaba (¡el alemán normativo, literario, fue mi primer idioma extranjero!), que
ofrece muchas más posibilidades para las diferenciaciones emocionales o de otra
índole.
Otro reto fueron los poemas (en el
contexto polaco) extremadamente intelectuales de la Premio Nobel de Literatura Szymborska,
perfectamente legibles en polaco, pero que en alemán, muchas veces, parecen
demasiado recargados si una se apega demasiado al original. En general, para mí
constituyen retos tal vez aquellos textos (expresiones, frases) en los que la
comprensión intuitiva no te lleva de inmediato a una equivalencia alemana que
pueda sentir como acertada, que se presente sin necesidad de una larga
reflexión.
Aspiraciones futuras
Como tengo
tantos autores buenos que yo misma he escogido, casi no deseo nada más, me siento
feliz así. Pero en los últimos años las editoriales deciden cada vez más
siguiendo criterios de marketing, y muchos libros buenos dejan de publicarse,
como, por ejemplo, la última novela o los relatos de Paweł Huelle. Me parece
absurdo aplicar a la literatura patrones del mercado (como el llamado Unique
Selling Point (USP).
Y me viene a la mente una cosa más: desearía
traducir un poemario de Maciej Niemiec para la colección de poesía de la editorial
Hanser, Lyrik Kabinett. Niemiec (1953-2012) es, a mi juicio, uno de los poetas
polacos más grandes del siglo XX. Por desgracia, no tiene en Polonia el rango
que merecería, ya que escribe siempre poemas apolíticos (así lo hizo incluso en
un periodo tan politizado como la década de 1980), más tarde se fue a vivir a
París y no cultivó demasiado sus contactos en Polonia. No tengo duda de que
está al mismo novel de poetas como Ryszard Krynicki o Adam Zagajewski.
© De la foto:
Renate Schmidgall (privada)
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