WOLFGANG HERMANN
Wolfgang Hermann (Begrenz, Austria, 1961)
¡Ah, lo contemplativo! ¡Hay tanta poesía poblada por los contemplativos suspiros generados por las ráfagas de aire que se levantan cuando se pasan
rápidamente las hojas de otros tantos poemarios suspirantes! ¡Hay tanta
poesía solar sin sol, escrita en el estado de ceguera que generan las
escrituras iluminadas por bombillas mentales de sesenta vatios! La poesía de Wolfgang
Hermann parece una escritura ya cegada por tanta luz. La suya es una poesía que
ahora se sirve más bien del oído para palpar el objeto de su verso. Cual
Diógenes con una linterna apagada, un Diógenes ciego, la voz lírica de
Wolfgang Hermann busca a un hombre que le "diga" el mundo al oído. Los suyos son poemas que, cuando iluminan, sólo lo hacen por un instante dentro de ese
otro instante de claroscuros que debería ser cualquier buen poema. ¡Nada de candilejas suspirantes!
José Aníbal Campos
Tres
poemas de Wolfgang Hermann
La
muerte erige un muro para que sobre él nos balanceemos.
Intenta
saltar el muro de la muerte.
Las
voces de la noche, incorpóreas,
son
mariposas nocturnas, más leves que el entramado
del
aire.
Der
Tod errichtet eine Mauer, damit wir auf ihr balancieren.
Versuche
über die Mauer des Todes zu springen.
Die
Stimmen der Nacht sind ohne Körper. Sie
sind
Schmetterlinge der Nacht, leichter als das Geflecht
der
Luft.
Habito
una ciudad de calles invisibles.
Me
nutro del blanco en las mejillas de una mujer inalcanzable.
Alguien
me envía saludos desde el extremo opuesto de la urbe,
y
yo floto a la deriva en el mar de los insentimientos.
Saber
quisiera el nombre de mi ciudad invisible.
Ich
bewohne eine Stadt mit unsichtbaren Straßen.
Ich
ernähre mich vom Weiß der Wange einer un-
erreichbaren
Frau.
Jemand
schickt mir Grüße vom anderen Ende der Stadt,
ich
treibe auf dem Meer der Nicht-Gefühle.
Ich
möchte den Namen meiner unsichtbaren Stadt erfahren.
Estaciones
Las
estaciones son sitios para repostar la sangre. A ellas acude quien
pierde sus fuerzas. Un ir y venir como el de un panal. Sólo que allí
no se produce nada, nada. Sentimientos, solamente, siempre los
mismos. En los rincones se yerguen los acróbatas del sentir; y allí
están, solos, con sentimientos que hace tiempo han olvidado.
Bahnhöfe
Bahnhöfe
sind Tankstellen des Blutes. Wen die Kraft verlässt, der geht zu den
Bahnhöfen. Es ist ein Hin und Her wie im Bienenstock. Aber es wird
nichts, absolut nichts hergestellt. Nur Gefühle, immer dieselben. An
den Ecken stehen die Ge-fühlsakrobaten. Sie stehen da, einsam, und
haben Gefühle, die sie längst vergessen haben.
Los poemas han sido tomados del libro Schatten auf dem Weg duruch den Bersteinwald, Inssbruck, Limbus Verlag 2013.
©
De los poemas: Limbus Verlag / Wolfgang Hermann
©
De la traducción y la nota: José Aníbal Campos
Qué bonitos!
ResponderEliminarMe alegra mucho que te gusten mis soluciones (que siempre se pueden mejorar) Me he tomado libertades varias, como habrás visto, pero ¿cómo abordar la poesía si no es con tales libertades?
ResponderEliminarUn abrazo, y tómalo como regalo de cumpleaños!