MANUEL LLEDÓ IN MEMORIAM
MANUEL
(De la serie «Cousas
de mis amigos»)
Para mi amigo Manuel, un meandro no
es un accidente geográfico, sino un abrazo del río a la tierra. Las aves, para
él, no trinan, le preguntan por su estado de ánimo, se interesan por su salud o
comentan el esplendor del día.
Manuel dice que,
en otra vida, hubiera querido ser astrofísico. Pero no para pasarse el día
detrás de un telescopio o de montañas de libros, elucubrando teorías sesudas
que luego serán la jaqueca de futuros estudiantes. No. En el lenguaje humano,
demasiado humano de Manuel, ser astrofísico es poder convertirse en cuerpo
volátil, ser una partícula de polvo cósmico, de mineral que navega por el
espacio, que baja hasta las entrañas de la tierra y reaparece luego en la
superficie, para servir de alimento a una planta, a un ave, a los meandros que
abrazan la tierra, a las zanahorias o a las margaritas. Manuel sabe que la
tarea es ardua, pero a veces consigue ser aquel astrofísico.
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