FRUELA FERNÁNDEZ - MISCELÁNEA DE TRADUCCIONES
Nuevo libro de poemas de Fruela Fernández |
El poeta y traductor Fruela Fernández (1982), al que entrevistamos aquí en nuestra sección "Osmosis", nos ha enviado una miscelánea de traducciones de poemas de Ezra Pound, Paul Celan, Edoardo Sanguineti, Sandra McPherson, Andrea Zanzotto y Ted Hughes. Las publicamos en una sola entrada porque nos interesa mucho mostrar cómo el gran talento poético de Fruela Fernández se refleja en su re-escritura de obras poéticas tan distintas.
EZRA POUND
CANTO CXVI
Vino Neptuno
brincaba su mente
como los delfines,
Esos conceptos que la mente humana ha
alcanzado.
Hacer Cosmos –
Alcanzar lo posible –
Muss., hundido por un error,
Pero el registro
el
palimpsesto –
algo de luz
en
gran oscuridad –
cuniculi –
Un viejo «excéntrico» muerto en Virginia.
Inexpertos jóvenes abrumados de
registros,
La visión de la Madonna
sobre
colillas
y
encima del portal.
«Han hecho un montón de leyes»
(mucchio di leggi)
Litterae nihil
sanantes
de Justiniano,
maraña de obras sin terminar.
He traído la gran bola de cristal;
¿quién
la alzará?
¿Entrarás en la gran bellota de la luz?
Mas
la belleza no es locura,
aunque me cercan mis errores y
hundimientos.
Y no soy un semidiós,
no puedo dar la coherencia.
Sin amor en la casa no habrá nada.
Y la voz de la hambruna desoída.
¿Cómo vino Belleza contra esta negrura,
dos veces Belleza bajo los olmos –
para
salvarse en ardillas y arrendajos?
«plus j’aime
le chien»
Ariadna.
Disney
contra los metafísicos,
y más en Laforgue de lo que creían,
Spire me agradeció in propósito
Y he aprendido más de Jules
(Jules Laforgue) desde entonces
hondones en él,
y Lineo.
chi crescerà i nostri –
pero sobre ese terzo
tercer cielo,
esa Venere,
todo es de nuevo «paradiso»
un
bello calmo paraíso
sobre
la escoria,
y algunos escalando
antes
de su partida,
para «ver de nuevo»,
el verbo es «ver», no «aventajar»
es decir,
todo tiene coherencia, bien,
incluso
si mis notas no tienen coherencia.
Muchos errores,
algo
de rectitud,
para excusar su infierno
y
mi paradiso.
Y respecto a por qué yerran,
pensando
en rectitud,
y respecto a quién copiará este
palimpsesto?
al poco
giorno
ed al gran cerchio d’ombra
Pero afirmar el hilo de oro en el diseño
(Torcello)
al Vicolo d’oro
(Tigullio).
Confesar error sin perder rectitud:
Caridad que tuve a veces,
que
no puedo hacer fluir.
Algo de luz, como una luz de junco
para
guiar de nuevo al esplendor.
PAUL CELAN
CORONA
En mi mano pace el otoño su hoja: somos
amigos.
Sacamos el tiempo de las nueces, le
enseñamos a andar:
el tiempo vuelve a la cáscara.
Es domingo en el espejo,
en el sueño se duerme,
la boca habla verdad.
Mi ojo desciende al sexo de la amada:
nos miramos,
nos decimos oscuro,
nos amamos como adormidera y memoria,
dormimos como vino en las conchas,
como el mar en el rayo sangriento de la
luna.
Abrazados, de pie, ante la ventana, nos
miran desde la calle:
es tiempo de que lo sepan.
Es tiempo de que la piedra se acostumbre
a florecer,
de que la inquietud agite un corazón.
Es tiempo de que sea tiempo.
Es tiempo.
¿Quién
domina?
De color asediada, la vida, de cifras
apremiada.
La hora
roba tiempo del cometa,
las espadas
pescan,
el nombre
dora las tretas,
la balsamina con yelmo
numera puntos en la piedra.
Dolor como sombra de babosa.
Oigo que no se hará más tarde.
Oigo que no se hará más tarde.
Soso y Falso, en sus sillines,
miden también lo de aquí.
Lámparas de bola en vez de la tuya.
Saltos de luz, casi divinos, en vez de
nuestras casas.
La banderola negrodiáfana
del volatinero
en inferior
culminación.
La peleada diéresis en la no-palabra:
tu destello: lápida de una
sombra del pensar,
aquí.
EDOARDO SANGUINETI
PEQUEÑO THRENOS
las habitaciones que nos habitas, ahora
(ahora, quiero decir, que nos habitas, allí todo,
de todas formas solo, al fin) están
llenas de música: (de música tuya, quiero decir): (de ti,
que fuiste la música, para mí, para
todos, tantos años, aquí):
(imagino una especie
de musique d’ameublement, como se solía
decir, de tapisserie): (y habrá llegado,
pero esta vez a ti, tu viejo telegrama
que decía, creo, “GRACIAS”,
y nada más): (y fuera, crecen flores y
flores, me dijo Talía, ayer):
(y
habrás comprobado rápido, seguro, que no
hay dios, que no hay diosa, en parte alguna):
(ni una mínima musa de la música, quiero
decir, nada): (y te imagino más tranquilo,
un poco, así, no sé):
(pero ya sabías, en fin, que los mortales
a los inmortales, está escrito,
desde siempre, no tienen permitido (no
tendrían, quiero decir, en todo caso) llorarlos, ni siquiera, nunca):
(pero si es por esto, sin embargo, que lo
pensamos: aquí, ahora, por suerte, por fuerza)
ANDREA ZANZOTTO
SÍ, AÚN LA NIEVE
«¿Estás contento de haber venido a este
mundo?»
Niñ.: «Sí, porque hay el PRYCA»
¿Qué
será de la nieve,
qué
será de nosotros?
Una
curva en el hielo,
y
después, después… pero pinos y pinos,
saliendo
de la nieve, y al fin la última edad,
circundada
de pinos. Sic et simpliciter?
¿Y
por qué está –el mundo pinoso, el mundo nevoso-,
por
qué ha hecho niñitos-itos, olor de cristianitos,
por
qué se ha hecho nosotros, cosa para nosotros?
¿Y
este valor en persona y ex-persona
un
solo posible y ex-posible?
Hölderlin:
«un signo somos, sin significado»,
¿pero
dónde entran las dos series en contacto?
¿Pero
es cierto? ¿Y qué será de nosotros?
¿Y
tú por qué, por qué tú?
¿Y
por qué y qué hacen los grandes objetos
y
todas las cosas-causas
y
el radiante y el radioso?
El
núcleo estelar,
allá
al fondo en la curva del hielo,
hacia
inventivas riquezas caligramas, sí,
¿pero
qué será de la nieve de los pinos,
de
aquello que no está y está allá, al fondo?
No
somos nosotros y aun así la nieve nos fija
y
aquello que hierve
y
lo indefectiblemente huido o muerto
huida
o muerta.
Buena
nieve, buenas sombras, deslizaos deslizaos.
Pero
hay quien no se cansa de reenredarse
afanarse
desgranarse cosquillear,
de
ardillear por escenas que ya teníamos listas,
no
se cansa de reajustarse
-lo
he, siempre, bien, sabido-
al
lugar al bello al buen impreso
a
cielos arcaicos acídulos como dialectos cimbros
al
sembradero de imágenes
al
atasco de tinieblillas y estrellas edelweiss
al
todo que es todo blanco todo noble:
y
la raposa de larga cola y el autobús
aquel
rojo en campo níveo.
Blancanieves
blancosol blancumen de mi viejo yo.
Pero
pronto los niñitos-itos
van
al gran comercio
-
a los pies del gran bosque-
donde
hay papilla buenísima, y de maravilla,
para
niños bambis, con derecho,
y
programa papilla, para todos
ferozmente
todos, vosotros (sniff sniff
ñam ñam humm humm slurp slurp:
porque
siempre continúe el «umbra hemos humo y humor»):
pero
aquí,
ay,
colorcitos más o menos fariseos
cuétara
gullón artiach lentejuelas y figuritas
más
o menos fariseas:
mejor
allí, a mano la nevada a helecho la nevada…
Oh
luna, ya,
e
incluso magnolia e incluso
cometa
de nieve en exceso, la nieve.
¿Y
qué será de nosotros?
¿Qué
será de la nieve, del jardín,
qué
será del libre albedrío y del destino
y
de quien pierde en la nieve su camino
(y
la nieve subía subía – y así moría)?
¿Y
qué se dice allá en la vida?
¿Y
qué mensajes da la fuente de mensajes?
¿Y
existe la fuente, o no somos
más
que yo-tú-estos-aquellos
estos
chapoteos cloqueos ch ch
más
que incomunicados excomulgados todos excomulgados?
Y
aun así en las alturas
sobre
la coma y el punto y coma y el umbral
se
zumba y se ronza y se cotorrea-cantorrea
-todavía-
por una mínima y semimínima
fusa
semifusa nanofusa
cosas
y cositas
ciencias
lenguas y profecías
sucesos
blancos negros azules
de
estímulos ánimos y dioses,
libido
y cupido y aquella
prestidigitación
finísima;
y
así, ardillas uvas pasas y queso de nieve en frescura
y
«agua que se desvía
desespera
se funde se aleja»
más
allá del gran comercio a los pies del bosque
donde
los niñitos picotean yuyubas…
Y
los helechos y las medias lunas y los martillos
y
las cruces y los design-dibujos
y
la nube de algodón, ¿qué le llega a la psique?
¿Y
la tradición transmite transmite hace cadena?
¿Y
la vanguardia ha encontrado, encontrado?
¿Y
dónde la fru-fruición de los usufructuarios
en
la artesa en el oscuro balde del desencanto,
dónde,
en cambio, el entusiasmo el empíreo el alzamiento?
¿Qué
se dice allá abajo en la vida,
allá
en las partes allá en parte;
qué
se incuba se pela se despampana
en
tan poco en tan tenue
en
la nuececilla en la almendrilla?
¿Y
esos mil dientecillos que la minan?
Y
el pino. Y los pinos-inos-inos de perfiles
y
perfiles ni cortados ni cosidos
inos-inos
de lado delante
tras
lo eterno lo externo lo interno (el paisaje)
detrás
delante de todos lados,
¿los
pinos cómo están, están bien?
Dicho
a la nieve: «Nunca me dejarás, ¿verdad?».
Y
ahora una pinza, ahora una grapa.
Ted
Hughes
«Salmo Tigre»
El tigre mata hambriento. Las
ametralladoras
hablan, hablan, hablan en su Acrópolis.
El tigre
mata experto, con mano de anestesia.
Las ametralladoras
discuten en el cielo
donde los números no tienen oídos, donde
no hay sangre.
El tigre
mata frugal, estudia bien su mapa.
Las ametralladoras agitan la cabeza,
parlotean estadísticas.
El tigre mata por el rayo:
Dios de su propia salvación.
Las ametralladoras
proclaman el Absoluto, según su morse,
código de golpes y boquetes que fruncen
el cejo de los hombres.
El tigre
mata con hermosos colores en su rostro,
como flor pintada en la bandera.
Las ametralladoras
no sienten interés.
Ríen. No sienten interés. Hablan y
sus lenguas arden, azulalma, en halos de
ceniza,
perforan la ilusión.
El tigre
mata y cuidadoso
lame entera a su víctima.
Las ametralladoras
dejan costra de sangre colgando de las
uñas
en huerto de chatarra.
El tigre
mata
con la fuerza de cinco tigres, mata
exaltado.
Las ametralladoras
se permiten risitas. Eliminan el error
con vaivén dialéctico
y el punto es un final que habla.
El tigre
mata como corte de acantilado, hecho
tendón con la tierra,
Himalayas bajo el párpado, Ganges bajo el
pelaje –
no mata.
No mata. Bendice el tigre con colmillo.
El tigre no mata, abre un sendero
ni de Vida ni de Muerte:
el tigre dentro del tigre:
el Tigre de la Tierra.
¡Oh
Tigre!
¡Hermano de la víbora!
¡Bestia
en floración!
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