FRITZ SENN - MARIO DOMÍNGUEZ PARRA

 
 
 
 
Fritz Senn (Basilea, 1928) es el director de la Zürich James Joyce Foundation y un prestigioso investigador de la obra del escritor irlandés. Algunos de sus libros: Joyce’s Dislocutions: Essays on Reading as Translation (ed. John Paul Riquelme, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 1984), Inductive Scrutinies: Focus on Joyce (ed. Christine O’Neill, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 1995) y el libro de entrevistas Joycean Murmoirs: Fritz Senn on James Joyce (ed. Christine O’Neill, Dublin, The Lilliput Press, 2007). Lo que leerán a continuación es mi traducción de la entrevista original en inglés: Senn me envió las respuestas por correo electrónico. Esta entrevista se publicó por primera vez en el suplemento cultural El perseguidor (nº 118, 07/10/2012).
 
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Señor Senn, usted es un distinguido investigador de la obra de Joyce y miembro del comité que dirige (durante algún tiempo fue usted su presidente también) la Joyce Foundation (http://www.joycefoundation.ch/), situada en Zürich, la ciudad en la que el escritor irlandés vivió un tiempo y donde falleció. ¿Podría usted ofrecernos algunos comentarios generales sobre las actividades de esta fundación?

 

Es una buena oportunidad para dar cuenta de una posible confusión: tenemos la Zürich James Joyce Foundation, a cargo de la cual estoy yo, y que sólo suena de manera similar a la International James Joyce Foundation (que tiene un presidente y de la cual lo fui yo hace muchos años, pero esto no conllevaba responsabilidad alguna). La Fundación Internacional organiza nuestros “James Joyce Symposia” (“Simposios James Joyce”) bienales, el último (el vigesimotercero) en Dublín, este año. La de Zürich, como su propio nombre indica, es local y tiene una sede y una biblioteca.

 

Antes de concederme esta entrevista, usted me escribió sobre un “Annual Workshop” (“Taller Anual”) que tendría lugar entre el 5 y el 11 de agosto de 2012. ¿Estos “Talleres Anuales” tienen algo que ver con discusiones sobre ciertos aspectos de la obra de Joyce a través de actividades prácticas (debates, escritura de ensayos u otro tipo de textos)? ¿Y quiénes pueden formar parte de ellos?

 

Considero que nuestros talleres son un antídoto contra los congresos de mayor envergadura, que consisten en una serie de conferencias o paneles y que tienen lugar a gran escala. Cada año nos concentramos en un tema concreto (siempre a principios de agosto) y lo abordamos teniendo en cuenta muchos aspectos diferentes. Así que hemos tratado temas como la Música, Joyce Performativo, la Puntuación, el Kitsch, el Error, además de ciertos capítulos de Ulises y de Finnegans Wake, y mucho más. Sobre todo, favorecemos las presentaciones libres y abiertas –no “ponencias” sensu stricto, sino intensas discusiones– y también permitimos sesiones ad hoc. Al mismo tiempo, los participantes tendrán que ingeniar algo nuevo. El tema del año que viene bien podría ser “Los periódicos” (la imprenta, los medios, la publicidad,…). Básicamente, cualquiera con una contribución digna es bienvenido, pero sólo hay sitio para veinte personas, y no hay espacio para un público.  

 

Una de las numerosas actividades que considero muy interesantes es la de los grupos de lectura de la obra de Joyce. Tienen ustedes un día y una hora concretos para ellos. ¿Cómo y quiénes eligen los fragmentos de una obra de Joyce que van a leer y sobre los que van a discutir?

 

Nuestros grupos de lectura (en este momento, dos se ocupan de Ulises y uno de Finnegans Wake) han evolucionado gradualmente. Tales encuentros deben tener lugar con un horario regular, en nuestro caso los martes y los jueves. Ahora leemos estas obras de principio a fin, es decir, muy lentamente. Para finalizar Ulises son necesarios unos tres años, para Finnegans Wake algo más de diez. Avanzamos palabra por palabra, con comentario y discusión. Normalmente yo me sitúo como moderador. Es, básicamente, una forma antigua, medieval, de lectura en común. En Finnegans Wake con frecuencia lleva a la adivinación erudita (y a veces tonta), pero saca el aspecto “Vacilón”.

 

Me gustaría preguntarle sobre diversos aspectos relacionados con algunos libros de Joyce. Por ejemplo: muchos lectores se sienten algo abrumados por la fama que acarrea Ulises de libro difícil. ¿Cómo les animaría usted a empezar y disfrutar su lectura?

 

No tiene sentido, por supuesto, decir “No tengan miedo”. Puede que sea mejor animar a la gente a que sólo lo lea. En grupos, podemos compartir percepciones y conocimientos, y los grupos tienden a adquirir también una función social. Mi consejo global es: si no entienden algo (una experiencia común, también en la vida) simplemente no detengan todo el proceso, continúen. Es divertido (y un instinto elemental) explorar, aventurarse en lo Desconocido. Por supuesto, utilicen primero el cerebro y la memoria antes de recurrir a ayudas o anotaciones. Intenten avanzar desde lo que consideren que dominan hacia lo que todavía parece oscuro. La mejor herramienta: un diccionario exhaustivo. Se necesita concentración; ojos y oídos para lo trivial, los detalles, las menudencias. Los textos entonces comienzan a abrirse y a hacerse dinámicos—y cada vez más divertidos. No estoy a favor de imponer visiones o requisitos particulares, más bien es un asunto de estrategia individual. Lo mejor sería grupos mezclados de diferente origen, con algunos nativos irlandeses, si es posible.

 

Estoy muy interesado en la relación de Joyce con la cultura judía. Henry Roth utiliza en su novela From Bondage (London, Phoenix, 1994) el término “Hybrew” (“hybrid” y “Hebrew”, es decir, “híbrido” y “hebreo”: “híbreo”) referido a Leopold Bloom (en la página 70). En su ensayo sobre el episodio de Ulises “Nausicaa” (que tituló de la misma manera), usted escribió esto: “En su carta, Joyce entonces aduce el simbolismo que es fundamental en la mayoría de sus escritos, y en particular en ‘Nausicaa’ y en ‘Bueyes del sol’: ‘Jesus Christ a pris son corps humain: dans le ventre d’une femme juive’ (‘Jesucristo tomó su forma humana: en el vientre de una mujer judía’). Al menos, Molly se convertirá en medio-judía’ (vid. James Joyce’s Ulysses: Critical Essays, ed. Clive Hart and David Hayman, Berkeley and Los Angeles, University of California Press, 1977, p. 288). Citaba usted un fragmento de una carta que Joyce escribió a Martha Fleischmann. ¿Podría hablarnos un poco más de este simbolismo sobre el que usted escribió?

 

Es extraño, nunca me he involucrado en lecturas simbólicas. Desde luego, todo se ve sobrepasado, todo representa también algo más. Tiendo a llamar a Joyce “sinfórico”: junta cosas, Bloom también es Odiseo, hay revestimientos semánticos, ambigüedades, varios pájaros de un tiro, etcétera. Los ecos están por todas partes y omitimos la mayoría de ellos en la naturaleza de las cosas. Para mí, siempre queda alguna incertidumbre, algo todavía no descubierto. Esto nos hace continuar avanzando. El judaísmo de Bloom es intrincado y también un problema de definición. Con respecto a la carta que cita usted: Joyce, en su encaprichamiento (serio o fingido) quería convertir a Martha en judía, pero yo no descifro la psicología de todo ello.

 

Hay, corríjame si me equivoco, cuatro diferentes textos de Ulises: la primera edición de 1922, que editó Sylvia Beach para Shakespeare and Company; la edición de 1960 de Random House/Bodley Head; la edición de 1984 de Penguin, a cargo de Hans-Walter Gabler; y la edición de 1993 de Oxford University Press, a cargo de Jeri Johnson que, según un investigador de la obra de Joyce como Anthony Burgess, es la más cercana a la original de 1922. ¿Qué versión de Ulises considera usted la más cercana al libro que Joyce concibió, si hoy en día es posible afirmar tal cosa?

 

Ahora mismo, con los derechos de autor ya fuera de circulación, hay incluso más ediciones, incluyendo una “Remasterizada” (que facilita la lectura al poder desguazar el texto en pedazos manejables). Nunca estableceremos un texto que sea absolutamente fidedigno. Para los investigadores serios, la edición de Gabler del Ulises es de la que se cita normalmente, con su propio sistema de referencias. Si lees Ulises por ti mismo, la edición particular no es decisiva. Una vez que te conviertas en un experto o en un adicto, todavía puedes pasarte a la de Gabler.

 

William Empson, en su ensayo “The Ultimate Novel” (incluido en su libro Using Biography, London, Chatto & Windus, 1984), escribió sobre el desarrollo narrativo del triángulo Molly/Leopold/Stephen (lo que Empson denominó “La Oferta de Bloom”) que Joyce no pudo llegar a completar a causa de las acciones legales contra Ulises (para evitar las cuales tuvo que reescribir algunos capítulos en 1920), porque estaba cansado de resultar escandaloso y debido también al trabajo de escritura de Work in Progress (Finnegans Wake). ¿Cree usted que éste es en parte el problema para conseguir la versión definitiva, el hecho de que Joyce tuviera tantas dificultades para escribir, reescribir (a veces no recuperaba los originales que enviaba a revistas y amigos) y finalmente publicar el libro como él quería?

 

No creo que Ulises no esté terminado—lo que no quiere decir que el cuarenta cumpleaños de Joyce (cuando Ulises fue publicado en París, en 1922) no pusiera un punto y final a lo que bien pudo haberse convertido en un proceso en marcha (en pequeños aspectos). (Finnegans Wake fue comenzado después de Ulises). Las cosas se torcieron en un proceso extendido y complejo y, con frecuencia, chapucero; pero creo que ambas obras mayores están terminadas, a pesar de errores y defectos de transmisión. Danis Rose publicó recientemente una edición de Finnegans Wake que trata de rectificar lo que, en su opinión, fue mal.

 

Sobre Finnegans Wake: he llegado a la página 232 de la edición original y, aunque he comprendido poquísimo, hay algo extremadamente poderoso en él que me anima a seguir leyendo. ¿Cómo se podría  describir la dificultad de Finnegans Wake?

 

Sigue siendo difícil y parcialmente oscuro. A este respecto, tengo que admitir que me he retirado de él, a causa de lo que llamo desesperación semántica. Le dediqué mucho tiempo de documentación durante los primeros años, pero no el suficiente para que me otorgase la clase de control que yo, filólogo de formación, necesitaría para mi comodidad. Disfruto leyéndolo, con sus experiencias únicas (aunque también con sus incisivas frustraciones), está lleno de animación, de vitalidad y, por supuesto, de humor. Pero ya no me planteo como investigador cuestiones sobre algo que, simplemente, no entiendo como siento que debería.

 

Celia y Louis Zukofsky tradujeron al inglés los poemas de Catulo. En algunos casos, “tradujeron” el sonido de las palabras originales latinas, reproducido con palabras inglesas, dejando el significado a un lado (vid. Guy Davenport: “Zukofsky’s English Catullus”, en Louis Zukofsky: Man and Poet, ed. Carroll F. Terrell, Maine, National Poetry Foundation, 1979). ¿Cómo alguien puede traducir la lengua “joycesa” de Finnegans Wake, con sólo un hablante en el mundo? ¿Es sólo cuestión de dar más importancia al sonido que al significado correcto?

 

Las traducciones—siempre fascinantes. En Joyce, todo, los viejos problemas, las cuestiones, se magnifican, así que siempre se hacen obvios. Naturalmente, traducir Literatura siempre limita con lo imposible, y sin embargo tiene que hacerse. La paradoja es que son, deben ser, poco fidedignas, pero las necesitamos. Ulises es bastante difícil y cualquier traducción que haya de él será menos dinámica, menos imbricada, con muchos menos efectos sonoros y vibraciones, también inevitablemente aplanados. Esto es tan palpable en el Wake que no se necesita más elaboración. Por otra parte, esto es lo que hace que traducir sea más sencillo, sólo en un aspecto: debes hacer algo que, a su modo, sea centelleante, con revestimientos de significado, de ambigüedades. Pero los criterios normales ya no pueden aplicarse. Así que por necesidad hay más libertad creativa. Las traducciones pueden utilizarse para ver lo que el original hace; hacia dónde continúan “de forma errónea”, en una dirección distinta: esto muestra algo en el original. Agudizan la observación.

 

¿Cree que habrá más sorpresas relacionadas con el catálogo de Joyce como, por ejemplo, el reciente descubrimiento de su cuento para niños The Cats from Copenhagen (Dublin, Ithys  Press, 2012)?

 

No creo que surja mucho más aún, pero nunca se sabe. Los llamados “Cats from Copenhagen” no son nada nuevo. Hemos tenido la carta en la Fundación durante muchos años hasta que alguien lo copió y lo publicó sin autorización o incluso sin nuestro conocimiento. La carta NO es un cuento para niños, es una carta posterior a la que se convirtió en The Cat & the Devil, y éste es de hecho un relato plenamente desarrollado. Lo peor de este triste asunto es que ataca la base de toda nuestra colaboración intelectual, es decir, la confianza. La situación de los derechos de autor con respecto al material inédito de Joyce está legalmente en una zona gris, así que no tenemos directrices sólidas.


 
 
 
 
 
© De las respuestas: Fritz Senn
© De la nota introductoria, la entrevista y su traducción: Mario Domínguez Parra


Comentarios

  1. Todo tu trabajo es mi orgullo, me encanta que hayas emprendido esta andadura, cual Ulysses en tu Odisea particular. Sólo expresarte mi orgullo y mi cariño, hermano. Mario "El viejo".

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