ÓSMOSIS (XIV) - FRUELA FERNÁNDEZ





La obra de Fruela Fernández como traductor cubre un amplio espectro de intereses, aunque ha prestado especial atención a la traducción de poesía.

Queremos mencionar algunos de los libros que ha traducido:
 
de Gert Jonke, Schule der Geläufigkeit (La escuela del virtuoso, Barcelona, Ediciones del subsuelo, 2012);

de Franz Kafka, Einmal ein grosser Zeichner. Franz Kafka als bildender Künstler (Dibujos, Madrid y México D.F., Sexto Piso, 2011);

de Georges Rodenbach, Bruges-la-Morte (Brujas la muerta, Madrid y México D. F., Vaso Roto Ediciones, 2011);

de Patrick Kavanagh, The Great Hunger (La hambruna y otros poemas, Valencia, Pre-Textos, 2011);

de Kevin Vennemann, Nahe Jedenew (Cerca de Jedenew, Valencia, Pre-Textos, 2008);

de Marie Louise Kaschnitz, Orte (Lugares, Valencia, Pre-Textos, 2007);

de Hugo von Hoffmanstahl, Ausgewählte Gedichte (Para un dios no nacido: antología poética, Valencia, Pre-Textos, 2005).
 
Fernández traduce del alemán, del asturiano, del catalán, del francés y del inglés, tanto al español/castellano como al asturiano.


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Fruela Fernández (Langreo, Asturias-1982) es autor de Folk (Pre-textos, 2013). Sus poemas han aparecido en distintas antologías, como La lógica de Orfeo, Veinticinco poetas españoles jóvenes, Última poesía española, Deshabitados, Poesía en mutación o La inteligencia y el hacha.


También ha publicado traducciones de Patrick Kavanagh, Edoardo Sanguineti, Marie Luise Kaschnitz, Ezra Pound y Franz Kafka, entre otros.


Desde 2007 hasta 2011 codirigió el festival internacional Cosmopoética (Premio Nacional al Fomento de la Lectura) junto a Carlos Pardo y Juan Antonio Bernier.


Tras doctorarse en Traducción e Interpretación (Universidad de Granada), trabaja actualmente en la universidad de Hull (Inglaterra).




1) ¿Qué importancia tuvieron, en su formación como escritor, las traducciones de obras de otras lenguas y ámbitos culturales?


Diría que las traducciones me han tenido el Norte moral. Cada vez que me he abandonado, que he desistido de una intención, ha aparecido algún libro que me ha recordado adónde quería ir. Los 90 fueron años bastante plomizos, entre la fiesta de la democracia y el espíritu del karaoke. Y tras el cambio de siglo, con el ladrillazo editorial, parecíamos de repente aquellos que huían de la RDA hacia el oeste y se demenciaban al ver tanto escaparate: todas las referencias valían con tal de que fueran acumulables y ajenas (y, sobre todo, cualquiersajonas). A lo largo de esos periodos, entre unos desvíos y otros, siempre acababa apareciendo una traducción que me saltaba, me amenazaba, me preguntaba, como un borracho de chigre: ¿qué mi madre dices?


2) ¿Qué traducciones recuerda como las que más contribuyeron a crear su propio estilo?


No sé hasta qué punto ha habido una influencia de estilo (tipo esto lo injerto de aquí, esto lo injerto de acá). Pero sé que esos momentos de conciencia a los que me refiero aparecían a veces con traducciones de otros: John Berger (Y nuestros rostros, mi vida, breves como fotos) traducido por Pilar Vázquez; el Brodsky de Amaya Lacasa y Ramón Buenaventura; el Evanxeliu de San Matéu de Fernández de Castro; los apuntes de Peter Handke; la Biblia de Casiodoro de Reina y de la General Estoria; las Estancias de Agamben traducidas por Tomás Segovia; los Gnósticos de Piñero, Bazán y Torrents.
Otros momentos, quizá la mayoría, se provocaron cuando traduje, casi siempre de forma puntual o tentativa, poemas de Ezra Pound, de Paul Celan, de Edoardo Sanguineti, de Ted Hughes, de Eugenio Montale, de Patrick Kavanagh, de Andrea Zanzotto, de Sandra McPherson. De algún modo, cada uno de ellos me indicaba cómo apartarme de un camino, cómo liberarme de una carga, cómo aceptar.


© De las respuestas y la nota introductoria: Fruela Fernández
© De las preguntas: ARTE-SANÍAS
© De la nota de presentación: Mario Domínguez Parra

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