El poeta, traductor y editor Aníbal Cristobo
respondió a la primera pregunta de nuestra sección Ósmosis, en la que incluye
también datos para responder a la segunda.
Es autor de, entre otras muchas, la traducción Yo iba a ser
Homero: antología poética, de
Paulo Leminski (1944-1989), publicado en 2013 por Kriller71 Ediciones. Es
traductor también de poemas de Mary Jo Bang, de Robert Creely y de Robert Bringhurst.
***
Aníbal Cristobo nació en Buenos Aires
el 1 de septiembre de 1971. Entre 1996 y 2001 vivió en Río de Janeiro, donde
publicó Teste da Iguana (Ed. Sette Letras, 1997) y jet-lag (Ed. Moby Dick,
2002). En 2002 publicó, con el subsidio de la Fundación Antorchas, krill (Ed.
Tsé-Tsé). Actualmente reside en Barcelona. En 2005 publicó Miniaturas Kinéticas
(Ed. Cosac&Naify, São Paulo), libro que reúne su obra poética editada hasta
ese momento. Posteriormente, en 2012, publicó Krakatoa (Zindo& Gafuri).
Desde el 2012 dirige la editorial de poesía Kriller71 (www.kriller71ediciones.com). Ha
traducido, entre otros, a Carlito Azevedo, Marcos Siscar y Paulo Leminski.
1) ¿Qué
importancia tuvieron, en su formación como escritor, las traducciones de obras
de otras lenguas y ámbitos culturales?
Seguro que
mucha, pero quizás no en el sentido en el que se supone que deberían haber
actuado, o no como una relación directamente proporcional en la que, a mejor
traducción, influencia más positiva para mi escritura. Creo que es muy probable
que más bien haya pasado lo contrario: que yo me haya sentido más motivado a
escribir y encontrar una línea de desarrollo posible por ejemplo, frente a
algunas traducciones de Ashbery no necesariamente muy brillantes. No quisiera
con esto menospreciar la tarea de los traductores, que es muy valiosa y
absolutamente necesaria, sino que simplemente señalo algo que pasa conmigo; que
tiene que ver con el hecho de sentirme más inspirado para escribir frente a una
situación o un texto no completamente comprensible. Como dice Porchia:
"Una cosa, hasta no ser toda, es ruido, y toda, es silencio". Yo creo
que ese silencio se produce frente al sentido de algo, frente a algo que no te
genera ninguna duda, que ha sido ejecutado para aliviar la necesidad de
comprensión. En cambio, a veces una traducción desafortunada puede servir como
disparador para la creatividad. Digo, puede ser el caso de una traducción, pero
también de una frase mal oída, de cualquier tipo de malentendido, en tanto que
el malentendido es un acto eminentemente creativo, es un acto por el cual la
creatividad del sujeto, que no debería aparecer en ese momento de "mera
decodificación", se hace presente bajo la forma de un supuesto error, que
siempre es más que eso. De algún modo eso actúa como una excusa para liberar la
imaginación.
En ese
sentido, muchas veces una "traducción literal" puede darte una
perspectiva de tu propia lengua que no imaginabas. Eso es algo que a mí me pasó
cuando me fui a vivir a Brasil, a los 25 años. Que de pronto estaba leyendo en
una lengua que no había estudiado ni conocía demasiado bien, y en la que me
veía sorprendido por estructuras gramaticales que nunca había soñado poder usar
en castellano —y que, evidentemente, "importé" para mi escritura, con
el propósito de generar un tipo de extrañeza particular, que es la sensación
que se crea cuando lees una "mala" traducción, es decir, una
traducción que es incapaz de cerrar esa herida, esa grieta, ese abismo entre la
lengua en la que el texto fuente ha sido escrito y la lengua a la que es
traducido. En el fondo, ese "ruido", usando el término de Porchia, es
lo que me interesa, lo que me hipnotiza. ¿Ustedes han leído Trilce, de Vallejo?
Muchos de los mejores momentos, para mí, están vinculados a palabras que ignoro
si en el castellano del Perú de la época de Vallejo eran usuales o no, pero que
en mi idiolecto no tienen un valor léxico preciso, sino más bien evocador, como
si el significado de ese término hubiera naufragado, y sólo nos quedara
suponerle una ubicación aproximada, imposible de determinar completamente.
Con esto no
quiero alentar a los traductores a desentendernos del texto sobre el que
estamos trabajando y dedicarnos a la propagación de malos entendidos —que es
algo que ya de por sí hacemos, sin necesidad de proponérnoslo— sino que
constato como funciona mi curiosidad. Ahora bien, ese registro en el cual el
texto base puede parecer una mala traducción, por así decirle, es algo que con
el tiempo uno puede ir puliendo. Luego habría que ver si, cuando alguien
tradujese eso, tendría la suficiente capacidad o incapacidad para conseguir,
gracias a una infinita sensibilidad o a una completa torpeza, que suene igual
de extraño en la lengua de destino.
© De
la respuesta y la nota introductoria: Aníbal Cristobo
© De la entrevista: ARTE-SANÍAS
© De la nota de presentación: Mario Domínguez Parra
Comentarios
Publicar un comentario
No aceptaremos comentarios anónimos.