NASOS VAYENÁS - LA ODISEA DE DOS POETAS
©De la traducción, la semblanza biográfica y las notas: Mario Domínguez Parra
Agradezco a Nasos Vayenás que haya puesto a mi disposición buena parte de su obra para su traducción; a Jeannette L. Clariond que me haya permitido citar y traducir el fragmento del libro de James Merrill; y a Niki P. Stavrou (directora de Ekdoseis
Kazantzaki) que nos haya dado permiso para publicar la fotografía de Eleni N. Kazantzaki.
Al leer La Odisea de Kimon Friar[1],
tengo la sensación de encontrarme ante un poema superior a La Odisea de Kazantzakis. Esto puede parecer chocante a un lector
griego que no pueda afirmar que domina el inglés en toda su extensión y
profundidad. Sin embargo, es una realidad que siento desde hace tiempo y que
trataré de explicar.
Nadie puede decir, aunque conozca bien una
lengua extranjera, que está en posición de disfrutar de un poema extranjero como
disfruta de un poema en su lengua materna. La lectura de un poema extranjero es, siendo
odiosas las comparaciones, igual que la lectura de una traducción, porque en el
fondo de la sensibilidad del lector permanecen siempre algunas resistencias de
su lengua, que no ceden en la presión de la expresión del original.
No obstante, hay
algunos poetas, para ser exactos algunos poemas, en los que estas resistencias,
aunque no desaparecen, luchan por convertirse en esencialmente sensibles; diría
que se neutralizan. Esta sensación me la proporcionan algunas páginas del Maldoror de Lautréamont y pasajes
concretos de los Cuatro Cuartetos de
Eliot. Creo que los nombres de dos poetas tan diferentes expresivamente y tan particulares
podrían despejar cualquier sospecha de que la neutralización de la que hablé
anteriormente tuviera que deberse a la ausencia de particularidad lingüística
del poeta extranjero. Se debe, así lo pienso, al elemento que otorga fundamento
poético a la lengua – me refiero al ritmo. Hay un elemento de la comunicación
poética que, aunque fenoménicamente inseparable de la lengua (puesto que es el
que mueve poéticamente la lengua), a veces se desmembra de ella, la deja atrás
y continúa solo, sin que esto signifique la interrupción de nuestra
comunicación con el poema. Es difícil explicar cómo ocurre esto. La
interpretación más plausible es que, en un análisis final, el ritmo de un poema
y los significados de las palabras no están siempre entretejidos; que hay
momentos en que el movimiento de palabras es lo único importante cuando leemos
un poema; y que, a la hora de la lectura de poemas extranjeros, el ritmo es
siempre capaz a doblegar la resistencia de las barreras lingüísticas.
Ésta es, pienso,
la razón por la que cuando leo La Odisea
de Friar siento que leo un poema original. Ésta es también la razón por la que,
cuando leo La Odisea de Kazantzakis,
siento algo comparable con lo que percibo cuando leo una traducción[2].
Para ser realmente poética, la lengua tiene que poseer un grado adecuado de
oralidad, una cantidad satisfactoria de respiración natural. Cuando se aleja
más de lo que debería de las regiones del habla contemporánea, tiende a petrificarse
o a resultar una expresión artificial. La expresión de La Odisea de Kazantzakis es una expresión artificial. El grado de su tecnicidad
crea resistencias lingüísticas comparables a las resistencias de los poemas
extranjeros, que continuamente me impiden seguir su ritmo. La razón por la que
leo La Odisea de Friar como original
es que su ritmo es tan fascinante que me eleva y me lleva sobre los fosos de la
lengua extranjera. No tiene importancia si esto pueda deberse al hecho de
que mi conocimiento del inglés no me permita sentir su tecnicidad, si es que existe.
(La fuerza de la poesía se sostiene, en una gran proporción, en las malas
interpretaciones; cuanto más se presta a malas interpretaciones, mayor es
siempre la calidad de un poema). Y estoy seguro de que la causa de que el ritmo
de La Odisea de Friar sea tan poético
es que su creador, gracias a su imperfecto conocimiento del griego, no sintió
la tecnicidad de La Odisea de
Kazantzakis. Es decir, que sintió al leer el poema de Kazantzakis lo mismo que
siento yo al leer su poema.
El poeta como lector difiere del lector
común en esto: en que al leer el poema de otro se lee más a sí mismo. Friar no
podría haber escrito La Odisea si no
hubiera sido él mismo poeta (con La
Odisea se convirtió en poeta). Tampoco la podría haber escrito si por azar
no la hubiera leído en la época en que la leyó. Los pocos versos que había
publicado antes de ella muestran la lucha de un joven poeta por descubrir su
voz entre las voces de poetas que poco le convenían. El poema de Kazantzakis
fue el catalizador de su sensibilidad, que limitó su destino poético. ¿Acaso no
fue sintomático que este estadounidense descubriera su rostro poético en el errar
a través de una lengua extranjera? Quizás no carezca de importancia que este
poema se titule La Odisea.
Hay obras que consumen hasta la última gota
de la sensibilidad de su creador, obras tras las que el poeta no tiene nada más
que añadir. La Odisea es una obra de
este tipo. Ésta es, pienso, la razón por la que, después de ella, Friar no
escribió otro poema.
1981
Esta traducción mía se publicó en el suplemento cultural 2C de La Opinión de Tenerife (eds. Eduardo García Rojas y Coriolano González Montañez, nº 416, 03-01-2009).
Semblanza biográfica
Nasos Vayenás (1945) es un poeta,
traductor, crítico y filólogo griego nacido en Drama. Estudió filología griega
en la Universidad de Atenas y filología italiana en la Universidad de Roma,
donde se doctoró con una tesis sobre Yorgos Seferis. En sus escritos críticos
se ha ocupado de temas como la prosa griega del siglo XIX, el modernismo[3],
la teoría de la literatura y cuestiones relacionadas con la traducción
literaria (ejemplo de las cuales es este ensayo, «La Odisea de dos poetas»,
incluido en su libro Poesía y traducción,
Ποίηση
και
Μετάφραση, Atenas, Stigmí, 2004). Ha
estudiado en profundidad la obra de Yorgos Seferis, de Kostas Karyotakis y de
Andreas Kalvos. Como traductor ha publicado en griego textos de Robert Burns,
Kimon Friar, Max Frisch y Giuseppe Tomasi di Lampedusa. Entre sus libros de
poemas destacan Biografía (1978), Las rodillas de Roxana (1981), Odas bárbaras (1992), Baladas oscuras y otros poemas (2001) y Stéfanos (2004). Ha escrito también
libros de ensayos: El poeta y el
bailarín. Un examen de la poética y la poesía de Seferis (1979), El laberinto del silencio. Ensayo sobre
poesía (1982), Notas de fin de siglo
(1999) y Postmodernismo y literatura
(2002).
Fuentes
para la elaboración de la semblanza biográfica y de las notas:
- Λεξικό Νεοελληνικής Λογοτεχνίας (Diccionario de literatura neogriega), Ediciones Pataki, 2008.
©
[1] Kimon Friar (1911-1993) fue un poeta,
traductor y crítico estadounidense de origen griego, nacido en Imralí (Turquía).
Su apellido real era Kaloyerópulos («kalóyeros» en griego moderno significa «fraile», en inglés
«friar»). Su
familia emigró a EE.UU. en 1915. Llevó a cabo la traducción al inglés del poema
La Odisea, de Nikos Kazantzakis, en
estrecha colaboración con éste (traducción que publicó la Editorial Simon &
Schuster en 1958, inmediatamente alabada por la crítica). Es autor de la
importante antología Modern Greek Poetry.
From Kavafis to Elytis (1973), además de los libros Perspectives of Greece (1955) y Contemporary
Greek Poetry (1985). Varios de sus libros han sido traducidos al griego
moderno, como La Odisea Espiritual de
Nikos Kazantzakis (1979) y Los ojos
pétreos de la medusa (1981). El poeta James Merrill (1926-1995), amigo
personal de Friar, contaba en sus memorias, A
Different Person (New York, Knopf, 1993, pp. 27-28), lo siguiente (traduzco): «Después estaban las traducciones de Kimon. Comenzaron como
un gesto agradecido hacia su herencia - después de lo cuál sería libre para
acometer su obra "real", la épica proyectada, la novela, los ensayos teóricos -
y terminaron por consumir el resto de su vida. Una vez que la primera antología
"definitiva" apareció, repleta de grandes nombres como Kavafis y Sikelianós,
Seferis y Elytis, no pudo resistirse a enfrentarse a La Odisea de 30.000 versos de Kazantzakis. Sólo esto le llevó siete
u ocho años. Al levantar la cabeza, aturdido por la tarea, vio una nueva
generación de poetas. Clamaban como perros acorralando a un ciervo. ¿Cómo
podrían soñar con el reconocimiento internacional sin ser leídos en inglés, y
en quién podrían confiar para llevar esto a cabo sino en Kimon? Artículos
críticos, nuevas antologías, medallas y honores de un gobierno agudamente
consciente de los pasos que llevarían a esos dos premios Nobel - y de repente
casi había pasado medio siglo. Frente a mí, deprimido y desalentado, se sentaba
la cáscara, como un grillo, del hombre que había dado tanto a tantos y recibido
tan poco».
[2] El poeta, narrador, dramaturgo,
ensayista y traductor griego Nikos Kazantzakis (1883-1957) escribió la segunda parte del
poema homérico. Lo tituló también La
Odisea. Comenzó a escribir el poema en 1925, en Iraklio (Creta), y lo
concluyó en 1938, en la isla de Éguina. El poema está compuesto de 33.333
versos de 17 sílabas. Según el Diccionario
de literatura neogriega, motivos y símbolos de religiones y mitos asiáticos
y europeos, divinidades e imágenes del panteón hinduista, del judaísmo y del
tao japonés convergen, como hitos colectivos, en la perfección ontológica del
hombre-Odiseo. Kazantzakis escribió y publicó un diccionario de términos
utilizados en su poema. Este hecho quizás tenga relación con la impresión de
Vayenás de estar leyendo una traducción al leer el poema original.
[3] El modernismo griego, en el campo
de la poesía, está directamente relacionado con Zeódoros Dorros y Nikitas
Rantos (pseudónimo de Nikólaos Kalamaris) y con la Generación de 1930:
Nikiforos Vrettakos, Odysseas Elytis, Yannis Ritsos, Yorgos Seferis, Nikos
Engonópulos y Andreas Embirikos. Konstantinos Kavafis, Kostas Karyotakis y
Takis Papatsonis son los precursores del modernismo griego en poesía. En el
campo de la prosa está la llamada Escuela de Tesalónica (que comienza su
actividad en 1930): Alkiviadis Yannópulos, Yorgos Delios, Stelios Xefludas y
Nikos Gabriíl Pentsikis, que contribuyeron a la introducción de la técnica del
monólogo interior en la narrativa griega gracias a las traducciones de obras de
Virginia Woolf y James Joyce. Otros narradores relacionados con el modernismo
griego son Melpó Axioti, Yannis Beratis y Yannis Skarimbas.
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